El post de hoy es no va de marketing ni de programación, ni siquiera de gestión empresarial, sino de emprender con hijos y de lo que ello implica.
Los planes
Llevo dos semanas preparando este fin de semana. Cuando Fran Guillén me invitó para dar una charla al Evento Impúlsame me puse my contento. Tenía planes pensados para ese finde, pero pude reagendarlo todo para poder asistir.
Sevilla me encanta, es como mi segunda casa. Fran es un tío majísimo, y el evento pintaba ideal. Tanto era así, que decidí no sólo ir, sino además traerme a la familia (mi mujer y los tres niños) todo el puente. Disfrutar de la compañía, el sol, y los emprendedores.
Tanto me gustó la idea, que incluso compré también billetes y alojamiento para el equipo del Late Show para rodar ahí un par de episodios especiales en motivo del evento, visitar a mis amigos del Espacio RES, y quedar con varios emprendedores más para entrevistarlos y tomar algo.
Para hacerlo más divertido para los peques, decidimos hacerlo sorpresa, y decírselo al último momento, esta misma mañana, durante el desayuno ¡Nos vamos a Sevilla! Deberíais haber visto sus caras, y el salto de alegría que pegaron.
Así pues, maletas hechas, billetes en mano, niños avisados, y todo a punto. El parte del tiempo a favor, y todo agendado para un fin de semana espectacular. ¿Qué puede salir mal?
El cambio de planes
Y entonces aparece el Sr. Murphy y su dichosa ley. Durante la comida, a un par de horas de pillar el tren, Jan dice "Estoy cansado", y se echa al sofá. Mi mujer y yo nos miramos con cara de extrañados. ¿Jan cansado? ¡Pero si no se cansa nunca!
Basta solo un beso en la frente para ver que tiene fiebre. ¡Madre si tiene! El termómetro nos revela 39º. Directo a la ducha, dosis de Dalsy y a llamar al pediatra.
Aunque ya tenemos tres peques y eso es (como diría Emilcar) como sacarse Tercero de Paternidad, cuando llegan esas fiebres, siempre te quedas inquieto.
El pediatra te dice que hay un virus, o una pasa, o una gripe, o un lo-que-sea, te da instrucciones del magnífico combo Apiretal-Dalsy (Primero de Paternidad), y te dice que paciencia, que si con eso controlas la fiebre, no problem, y que si va a más, vayas a urgencias.
A todo esto debemos añadirle que el tren está a una hora de salir, las maletas en la puerta, y mi equipo en la estación, esperando que llegue yo con los billetes.
Plan de contingencia
Y aquí empiezan las dudas: ¿Qué hacemos? ¿Vamos? ¿No vamos? ¿Y si se poner peor? ¿Y si mañana ya se encuentra bien? ¿Y si esto? ¿Y si lo otro? Ysis a punta pala. Y al final, viendo la carita de mi peque cuando está debilucho (ya sabéis a qué carita me refiero) optamos por lo seguro: Cancelar todo. No podemos arriesgar. Play safe.
Así pues, fin de semana familiar anulado. La alegría de los niños del desayuno se transforma en lloros (¡Ellos quieren ir a Sevilla!), y nuestro gozo en un pozo.
Pasado este primer drama, ahora toca ver qué hacemos con el apartado profesional. Tenía agendadas ni más ni menos que 7 entrevistas a lo largo del puente, más la charla del evento. ¿Qué hacemos? ¿Me voy yo sólo con el equipo? ¿Y si el peque empeora y yo estoy en Sevilla? ¿Qué hago con los que me están esperando? ¿Qué hago con todo lo agendado?
Finalmente, optamos por un plan intermedio. Voy a la estación con los billetes mientras llamo al organizador del evento y le cuento el panorama: Mi equipo sale para Sevilla, pero yo me quedo para ver como evoluciona el peque, y si es posible, tomar un vuelo a primera hora para incorporarme por la mañana. Así ganamos un poco de tiempo.
Llego a casa de nuevo, reservo un vuelo a primera hora (embarque a las 07:00), pediatra, termómetro, WhatsApps con los organizadores, llamadas al equipo, ahora parece que mejor, ahora parece que peor, ahora tiene hambre (¡Buen síntoma!), ahora le sube de nuevo la fiebre (¡Mal síntoma!).
Todo cancelado
Así llegamos a las 02:00 de la mañana, al lado del peque (que va en calzoncillos y una toalla mojada en la frente), sin pegar ojo, controlando la fiebre, con la maleta de nuevo en la puerta, y pensando qué demonios hago. ¿Voy? ¿No voy? ¿Y si empeora? ¿Y si esto? ¿Y si lo otro? Te comes la cabeza.
Y en esos momentos oigo movimiento en la habitación del otro peque, y sale mi mujer con las sábanas de la cuna hechas una bola. "Sam ha vomitado todo y tiene fiebre". ¡Venga! ¿Quién da más?
Esa es la gota que colma el vaso. El mayor tiene 6 años, pero el peque sólo 1. Y el termómetro marca ya más de 38.5. Apiretal, mano de santo, lavadora de sábanas, y a cancelar todo.
Cancelar la charla del evento, cancelar la visita al coworking, cancelar las entrevistas con los los invitados, cancelar los billetes que se puedan, cancelar, cancelar, cancelar. Comprobar fiebre. Cancelar, cancelar, cancelar.
Papás y mamás emprendedores: ¡Un abrazo!
Esto que os cuento aquí es lo más normal del mundo para la mayoría de padres y madres. No estoy descubriendo algo, ni mucho menos. Estoy seguro que muchas familias han cancelado sus planes este mismo fin de semana por razones parecidas.
Pero quiero hacer especial mención a esos padres y madres emprendedores con hijos, que deben luchar para llevar adelante no sólo sus proyectos, sino también a sus familias.
Cuando no pueden pedir una baja por un "boca-mano-pies", cuando deben cancelar una reunión por una bronquitis, cuando no pueden entregar un proyecto a tiempo por unos cólicos, cuando les llaman de la guardería a media mañana porque el niño tiene fiebre y deben cancelar todo el día... ¡Un abrazo, padres y madres! Os merecéis un abrazo y muchos más.
Poco puedo ayudar desde aquí: Simplemente os diré que es normal. Que no estáis solos. Que a mi ya me ha pasado en tres ocasiones. Que forma parte de la vida. Que la Ley de Murphy no perdona. Que emprender es difícil, que ser padre es difícil, y que mezclar ambas cosas lo es aún más.
Resumen y conclusión
Este puente se ha torcido a nivel familiar y profesional porque uno de mis hijos se ha puesto enfermo. Después de darle muchas vueltas y valorar muchas opciones, hemos tenido que cancelar compromisos familiares y profesionales. Pero eso es normal, forma parte de ser padre, forma parte de emprender.
Y permitidme acabar con un humilde consejo: Cuando tengáis que elegir, por mucho que os duela, por grande que sea la oportunidad, por mucho que se pueda enfadar un cliente, un proveedor o un socio, por muy mal que os sepa, elegid la familia. No dejéis que el síndrome de Peter Parker os robe vuestras familias.
Con esto acabo este post a las 4:30, hora en la que normalmente empiezo mi jornada laboral... Vaya, eso quiere decir que llevo 24 horas despierto. No está mal.
Y ahora, si me perdonan... Voy a por el termómetro.